El cabello revela nuestro estado físico y emocional, por otro lado, un cabello limpio, sano y brillante es signo de salud y bienestar interior, pero como sabemos, en verano siempre se altera y no se comporta del mismo modo que en otras estaciones del año.
Sino lo sabías, el sistema nervioso se ve muy influenciado por las estaciones y cuando nos estamos formando en el útero de la madre la piel se forma a la vez que nuestro sistema nervioso, es por esto que están tan relacionados el estado nervioso y el estado de la piel, y el cuero cabelludo en definitiva es piel.
Por esto, el cabello en verano sufre cambios en el color y en la textura, principalmente a causa del sol. Piensa que el cuero cabelludo es piel, y al igual que la piel del rostro, puede quemarse, produciendo daños en las células que hay en su interior, dañando la raíz del cabello, cambiando su fisonomía, volviéndolo frágil, sensible, quebradizo, con las puntas abiertas, rotura de fibras, etc. Un cabello tan debilitado tiende a caerse con mucha más facilidad y este fenómeno se potencia cuando la radiación ultravioleta daña la queratina, imprescindible para formar la estructura del cabello y preservar su nutrición, además los rayos del sol blanquean y destruyen los pigmentos de melanina, estropeando el color.
Por esto la mejor forma de cuidar el cabello en verano es protegiéndolo de los rayos solares y nutrirlo de forma adecuada. Si el cabello y el sol tienen una estrecha relación, el cabello y los nutrientes son una unidad que no puede ir por separado, el cabello crece a partir de los nutrientes que le aporta la raíz.
